sábado, 15 de febrero de 2014

Fratelli amici.


Hermanos somos y hermanos seremos. Así fue como me despedí de el y apenas creía yo en la posibilidad de volver a vernos.
Era hoy 18 de Julio de 1936 cuando tuve que partir de la España en guerra, mi condición aquí había acabado y yo no era más que otro escritor buscando su novela maestra como ya tiempos atrás la encontró Don Miguel de Cervantes Saavedra.
Partimos en un carruaje lleno de cereales donde a parte de mi íbamos cuatro jóvenes más tapados debajo de una lona.  Nuestro principal destino era la bella Francia pero a la altura de Castellón nuestro destino se fue al traste, nos interceptaron y fuimos arrestados durante 40 días. En el día número 41 fuimos trasladados a Madrid con un destino bastante claro: la muerte, pero al parecer la suerte estaba de nuestro lado, si no creo recordar mal fue a la altura de Teruel cuando dos compañeros bastante fatigados y yo conseguimos escapar de ese carro con destino a la muerte.
Anduvimos a la aventura aproximadamente unos 15 días y ya bien pasada Zaragoza pudimos encontrar otro carro con destino a Francia. Entregué hasta mis plumas y tinteros para que los tres pudiésemos salir dirección Francia.
Y así fue como casi tres meses después de aquella despedida llegué a la bella Bordeaux. En poco más de un año ya dominaba el Francés y fue justo en ahí cuando encontré mi verdadera obra maestra, 457 páginas de novela pura que como hubieran dicho muchos: una auténtica obra de arte. Pero mi decisión no fue otra que no publicarla, el destino había sido tan malo conmigo que yo no podía ofrecerle esa obra, así que me prometí a mi mismo que esa obra moriría conmigo. Y así fue seguí trabajando en el campo día tras día hasta el lecho de mi muerte, día en el que mi obra maestra pudo viajar más de 1000 kilómetros hasta que le llegará a mi fiel hermano en la soleada costa mediterránea. Nunca estuve seguro de que le llegara pero había algo que me decía que sí.

                                                                                                                                  IFG

jueves, 6 de febrero de 2014

Un profundo sentimiento.

Es más fácil perderme que encontrarme, por eso salgo siempre con un rumbo indiferente. Odio ver la soledad angustiada de tus penas. Solo deseo cambiar ciertas cosas rehacer lo que un día fracasé y que hoy en día sería un buen propósito. Quiero que mis días y mis noches tengan un sentido único en mi vida, que cada uno de mis días y mis noches sean tan especiales que incluso llegue a enmarcarlos. Por eso y muchas cosas más como Don San Manuel Bueno quería a su Valverde de Lucena yo quiero a mi Almería y a mi floreada Salamanca. Una cosa más cabría decir: Haz lo que te propones, sino algún día te arrepentirás.